miércoles, 5 de noviembre de 2008

presentación de la Comisión

Estado, solidaridad intergeneracional, nación, justicia social, independencia económica, soberanía política, hermandad latinoamericana, desarrollo sustentable, equidad, dignificación del trabajo, política como posibilidad creadora, primacía de lo publico.

En oposición a:

Economía como ciencia de lo real, eficiencia, política como cuestión de expertos, neutralidad instrumental, ciencia como el discurso hegemónico, universalidad cosmopolita, instituciones como reguladores del orden social, primacía de lo privado, desconfianza respecto del Estado. Globalización, racionalidad de los mercados, modernización, realismo, pragmatismo.

Estos dos universos de discursos corresponden a dos modos de estar del sujeto político en la Argentina contemporánea. ¿Qué antropología opera como el supuesto de estos dos modelos? ¿Qué instancias educativas dan como resultado estas dos maneras del estar? Las luchas políticas se libran también en la arena de los signos, en el plano de los significados. La ética de un pueblo se forja desde el vocabulario que nos forma ya en la infancia; son los relatos, los mitos, las historias que los mayores cuentan a los más chicos, que los maestros narran a sus alumnos. De lo contrario solo quedan los ciudadanos cosmopolitas e intercambiables formados por la sociedad massmediática. Consideramos que el kirchnerismo le da ha dado escasa importancia a la educación y quizás sea este un punto débil que se refleja en que hemos perdido posiciones en el campo comunicacional. Es necesario hacer un giro en el discurso, que permita salir del ámbito de una racionalidad pragmática y adaptativa, tributaria de la división internacional del trabajo, que ratifica así la división entre amos y esclavos, entre desarrollados y periféricos, entre primero y tercer mundo, entre pobres y ricos.

Esta batalla simbólica es parte también de estrategias del poder político indispensables para construir un sujeto colectivo que se oponga a esa opinión pública falsamente neutral, diseñada por los medios de comunicación en beneficio de sus propios intereses corporativos.

¿Quiénes se sienten representadas por esta falaz opinión pública en donde se los asimila a un ciudadano promedio, racional, consumidor, que cree gozar de cierta capacidad crítica que lo diferencia de una masa manipulable e instintiva? Estos son los “ciudadanos modelos”, productos funcionales a las transformaciones estructurales de los 90.

Quizás sea necesario, para plantear otra propuesta política, elaborar una alternativa que se expanda desde las instituciones educativas, configurando otro modelo cultural en que el discurso privatista encuentre un límite.

Pertenecemos al campo de la educación, más allá de los niveles institucionales en los que nos desempeñemos, y elegimos este ámbito para la batalla cultural decisiva que, aunque opere como una transformación más lenta, debe tender hacia la necesaria recuperación de un vocabulario ligado a una identidad desdibujada. No hablamos de una identidad en un sentido sustancialista, sino de la elaboración, por medio del lenguaje, de un proyecto político soberano, solidario, autónomo.

No planteamos en principio una diferenciación entre niveles de enseñanza, sino la transmisión de un discurso que renueve la visión del Estado como potencia reguladora, como elemento fundante de la equidad, como garante de la igualdad de oportunidades, oponiéndose al discurso individualista, consumista y privatizador.

Es en las instancias educativas, en las escuelas, las universidades, en los ámbitos formales y no formales, donde se puede plantear una cultura del trabajo, de la creatividad, de la solidaridad intergeneracional.

En ese espacio interdiscursivo se configuran las formas de subjetivación donde se abre el espacio de la nación, un futuro pensado colectivamente donde se potencia el deseo de estar juntos que inaugura toda comunidad.

Frente al vacío del mercado, que aísla al individuo y le infunde el temor a la amenaza de la pérdida de lo propio (la seguridad o los ahorros de una vida de trabajo), queremos replantear el discurso como lazo social que hace aparecer a los sujetos, unos frente a los otros, poniendo una trama de palabras y acciones.

Sugerimos algunos ejes para iniciar el debate e invitamos a quienes quieran sumarse al grupo:

1- Educación y cuestionamiento crítico del discurso hegemónico.

2- Formas de regulación estatal en el ámbito educativo público y privado.

3- Papel de la ciencia y la tecnología y su vinculación con las necesidades de la comunidad.

4- La educación y el mundo del trabajo.

5- Educación y federalismo.

6- Los docentes como intelectuales y trabajadores.

7- El Estado y la educación no formal

8- Educación, culturas e identidad latinoamericana.

9- Medios de comunicación y educación.